Estamos normalizando la hipersexualización de la infancia

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En una fiesta de cumpleaños hace unos días atrás vi a un par de niñas de 10 años, otras que no pasarían de 6 e inclusive una como de 3, bailando “twerk”. Para quienes no saben a que se refiere el término (porque de seguro han visto el baile por ahí) es un baile con movimientos bastante sexuados similares a otro baile al que conocemos como “perreo”.

No empezaron a bailar sin razón alguna, la animadora convocó a un concurso de baile y la música con la que se inició la competencia definitivamente las motivó a replicar algún video que seguramente vieron en Youtube. Los padres alrededor aplaudían al son del nombre de las niñas, motivándolas a mayores movimientos, supuestamente dirigidos a obtener el premio de la fiesta.
Y bueno, definitivamente una ganó y yo me quedé en ese estado de meditación al recordar como luego en la pubertad y en la adolescencia, me topo con padres muy preocupados por el inicio temprano de actividades sexuales sin control alguno: exposición en redes con imágenes provocativas,
difusión de sus cuerpos en canales supuestamente más privados pero públicos al final de cuentas, relaciones sexuales tempranas sin respeto, abuso, violencia y todo tan normalizado que creemos que es parte de lo que debe pasar.
Pero no, esto que nos está pasando, responde a un fenómeno social, hemos hipersexualizando a los niños y púberes y esto tiene consecuencias que no nos gustan.
Tengamos claro en primer lugar que esto de “hipersexualizar” responde a la imposición de la sexualidad adulta en niños y púberes antes de que sean capaces de lidiar con ella ni mental, ni emocional, ni físicamente.

¿Cómo los hemos hipersexualizado?
Sin darnos cuenta hemos normalizado, motivado y provocado algunas cosas:
- Un código de vestimenta adulto más que nada en las niñas, en donde tendemos a que se vean más grandes de lo que son y en algunos casos a que se vean “sexys”
- Posturas y expresiones corporales con connotaciones también consideradas dentro de este hecho de ser “sexys”
- Bailes provocativos con letras de canciones que claramente hablan de relaciones sexuales, de deseo o de placer, en donde no se presenta respeto por el cuerpo de ninguna manera.
- El culto al cuerpo desde temprana edad, logrando que se incorpore la creencia de que para tener éxito en la sociedad deben ser “sexualmente atractivos”
- Exposición a contenido sexual no solamente en la música sino en las redes sociales, programas de televisión o cine, en influencers con los que los niños se identifican y que son claramente mayores, en las conversaciones motivadoras sobre enamorados, en la libertad en el uso de internet sin acompañamiento.
Y así….podría decir muchas cosas más que son un empuje a la hipersexualización de la infancia, que no vienen solamente de la familia, vienen de un sistema social en el que la familia está inmersa, pero que no tiene la exclusividad.
Puede parecer gracioso para los adultos que observan a estos pequeños con ropa, gestos, bailes o expresiones provocativas, pero esto qué provoca gracia y aplausos equivocadamente, es una forma de violencia hacia la infancia y definitivamente no tiene más que consecuencias negativas cuando las vemos a largo plazo.

¿Qué consecuencias tiene esta hipersexualización?
Formamos niños, púberes y adolescentes:
- Hiperconsumistas
- Poco tolerantes a la frustración
- Que se identifican con artistas o ídoles mayores a ellos a los que nunca sienten que pueden alcanzar.
- Que normalizan la inexistencia de intimidad haciéndolo todo público.
- Que en pro de ese culto al cuerpo pueden ser presa fácil de problemas como:
- Abuso sexual
- Desórdenes alimenticios
- Promiscuidad
- Con una imagen personal pobre, lo que los hace vulnerables y poco seguros.
- Con mucho riesgo de empezar una vida sexual temprana no acorde con su desarrollo psicológico.
Uff…. ¿lo viste? Te acabas de dar cuenta que también has visto a los niños, púberes o adolescentes cantando esas canciones que me niego a tararear para este artículo, te acabas de dar cuenta que has visto a esas pequeñas maquilladas con poses que ellas mismas nombran como sexys en las fotos, te acabas de dar cuenta quizá que sin querer has visto también a tus hijos ante algunas de estas acciones, te acabas de dar cuenta que hay que hacer algo.

Pero no nos abrumemos, empecemos con un pequeño paso, ¿qué tal si solamente dejamos de normalizar todo esto, ponemos un freno, cambiamos de canciones en las fiestas, no motivamos a que nuestros hijos se aprendan esas letras claramente sexuales? y si no es posible porque ahí están, alrededor de ellos ¿qué tal si los acompañamos y las analizamos?
Recuerda que un gran objetivo de que estemos ahí con una buena y temprana educación sexual, es que logremos construir ese pensamiento crítico frente a todo esto que está allí pero que pueden elegir tomar o no.