El alto acceso a pornografía en la ninez y adolescencia es peligroso

Una razón para hacer educación sexual

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Hace unos días atrás recordaba cómo planifiqué hace años la fiesta de cumpleaños de mi hija mayor, como me gusta hacerlo todo, empecé por buscar en internet imágenes de las protagonistas de la fiesta: “las chicas superpoderosas: Bombón, Burbuja y Bellota” ¿las conocen?, son personajes de un dibujo de los 90 o de inicios de los 2000; pero lo que me encontré fue con cualquier cantidad de chicas que no eran definitivamente las que buscaba.

¿Por qué recordaba esto? Porque necesitaba comprender que justifica lo que hoy los estudios nos muestran al hablar sobre el incremento tan escalofriante de la exposición y el acceso a la pornografía de nuestros hijos desde edades tempranas. Realmente son para alarmarse. 

Según un estudio de la ONG Save The Children en su informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, 7 de cada 10 adolescentes consumen pornografía. El 46% ha tenido exposición desde los 7 u 8 años de edad y el consumo como tal en el 68% empieza de forma frecuente entre los 12 y 14 años de edad. La mayoría de estos consumos se centra en contenido gratuito online y es un contenido basado de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad.

Es impresionante darnos cuenta que durante el año 2021 las búsquedas de material pornográfico ascendían a ciento cuarenta millones de visitas diarias y hoy esa cifra definitamente puede quedar lejana. 

Y ahí, ante estos datos recordé esta búsqueda para la fiesta infantil de mi hija hoy de 29 años. Si era tan fácil que hace 23 años atrás, una simple búsqueda, inocente de mi parte, me haya direccionado hacia material pornográfico, hoy en día esa facilidad se ha incrementado un 500%.

Los niños están en internet de manera permanente, tienen dispositivos digitales que les abren constantemente la puerta a un sinfín de información ante la que no están aptos y que no es parte de su desarrollo. Pero a pesar de esto, según ese mismo estudio, el 75% de los padres cree que sus hijos no han visto pornografía nunca.

Parecería entonces que el problema se multiplica, porque ante una situación de riesgo podemos sumar a familias que no saben de la existencia de esta situación, entonces la situación de riesgo es mucho mas alarmante.

Y ¿Por qué acceden nuestros hijos a pornografía?

Además de la exposición que los conecta con una experiencia sin que la hayan buscado, los niños acceden a material pornográfico por curiosidad  en primera instancia.

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Se topan con esta información inesperadamente, de la mano además de la entrada en los cuestionamientos sobre la sexualidad que no se responde en familia.

Ya más grandes a partir de los 12 años, además del placer que van descubrimendo, el consumo responde a la misma desinformación, a la misma falta de educación sexual en casa que los lleva a buscar respuestas ante muchas de las dudas sobre el tema en el material que tiene tan fácil acceso en internet.

Creen, chicos y chicas, poder aprender a través del porno los comportamientos sexuales que son parte de un referente masculino y femenino. Entonces acceden a contenidos agresivos, de conductas sexuales irreales que los hace tener una visión distorsionada de la sexualidad, especialmente en lo que concierne al consentimiento, al placer, a las prácticas sexuales de riesgo, a los roles de género, etc.

Esta es una realidad, no podemos negar que estos temas están presentes en el mundo en el que crecen nuestros hijos, pero, eso no significa que debamos hacer como que no existen, o que no debamos hacer algo, o simplemente que tenemos que acomodarnos a la idea  de que es el mundo que les tocó y no hay nada que hacer.

Justamente para salir de ese espacio de inacción es que es importante saber que la primera razón por la que niños e inclusive adolescentes acceden constantemente a este material es por la necesidad de aprender sobre sexualidad, por la necesidad de despejar las dudas propias de su desarrollo, que no despejamos ni abordamos en familia, ya sea por vergüenza, por desinformación parental inclusive y por creencias relacionadas a tabúes que no nos permiten hablar de sexualidad en familia.

Está en nuestra manos entonces, si iniciamos trabajando nuestras propias limitaciones y miedos ante el tema, seguramente nuestros hijos se encontrarán en sus búsquedas con material que no era el que buscaban, pero  sabrán que eso es pornografía, que es ficción y que no responde a algo real en lo que basar sus convicciones.

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